viernes, 30 de septiembre de 2011

Candy lady

El talento lo tendré si llego a engatusarte, si llego a serenarte sin apenarte



Tu passes. Je passe. Nous ne nous voyons pas. Les sourires ont cessé d'être sincères, les bons jours, les signaux de vie. La distance n'est pas éloignement, c’est voir l'autre comme si c'était un paquet vide. Nous passons. Nous passons. C’est le monde... la vitesse des émotions… le manque de confiance... et contre tout, j'insiste sans savoir pourquoi.

PD: Miau. Semana dura, durísima... y bueno, escuchar una canción tan fresca siempre ayuda a cambiar el mal humor por una sonrisa.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Giros

Todo da vueltas como una gran pelota... todo da vueltas casi ni se nota



Y entonces, como jugando, los demás saltan, brillan, y giran, como en la canción. Y entonces, sin planificarlo, me transporto. Y entonces, giro yo, en sentido contrario, una y mil veces, a cien, doscientas, mil, ene revoluciones por minuto. Giro yo, intentando comprender el destino, por ejemplo, de una fotografía incolora, apenas viva en la memoria, o el de un amigo al que no le llegan las palabras de aliento. Giro yo, tratando de entender cómo funciona el cariño que no se prolonga, aquél que no es correspondido y se extingue -como un cigarrillo en la boca- marcado por un destino ineludible y patentado por la inmisericorde indeferencia. Y entonces, giro yo, y creo que en algún momento me detengo y permuto. Y entonces, sin planificarlo, me mato de risa impulsado por el resto, sus sonidos y su propia velocidad. El alcohol hace las veces de sangre y los demás, de cortinas de humo. Y entonces, la noche sigue... y sigue... y sigue... con todos y en uno.

viernes, 23 de septiembre de 2011

El niño bueno

Curioso...

El niño bueno - Julio Cortázar

No sabré desatarme los zapatos...
y dejar que la ciudad me muerda los pies
no me emborracharé bajo los puentes, no cometeré faltas de estilo.
Acepto este destino de camisas planchadas,
llego a tiempo a los cines, cedo mi asiento a las señoras.
El largo desarreglo de los sentidos me va mal. Opto
por el dentífrico y las toallas. Me vacuno.
Mira qué pobre amante, incapaz de meterse en una fuente
para traerte un pescadito rojo
bajo la rabia de gendarmes y niñeras.

Tu ángel - Chino y Nacho (sí, lo sé XD)

jueves, 22 de septiembre de 2011

Los regalos

Aunque a algunos les parezca que tengo 15 o a otros 80, lo cierto es que en unas semanas voy a cumplir 28 años. Creo que ya saben lo que viene: no me gusta mi santo… no me gusta celebrarlo… aunque, curiosamente, dependiendo de cómo vengan, me fascinan los saludos sinceros y originales… Bueno, con eso en cuenta, estuve tratando de hacer memoria de los regalos más bonitos o significativos que me han hecho, no solo el 7 de octubre, sino bajo cualquier circunstancia… y la lista quedó así:


MARIO BENEDETTI. Poemas revelados
A estas alturas deben de saber que se trata de mi poeta favorito (¿no? XD). Paseaba el año 2001 y el trío de mujeres liderado por la que me dijo no acababa de conocerme, pero ya me tenía la suficiente confianza como para jalarme de un lado a otro como repartidor de pizza. El 7 del 10 de aquél año, el primero que pasé en San Marcos, una torta me esperaba en el (salón) 3A y una sonrisa que me hacía temblar de gusto. A ella le encantaba Benedetti tanto como a mí, así que al ver el libro lleno de fotos del vate no lo pensó dos veces. Sus amigas estuvieron de acuerdo en hacer la chanchita de rigor y finalmente me lo presentaron dentro de una caja junto a una tarjeta, ambos hechos por ellas… Lo justo: terminé radiante, sorprendido y muy, muy halagado.

El aro (del mal)
Me lo regaló unos meses después de definirnos como enamorados. Brillaba magníficamente. Ella sabía lo que había significado el que tuve antes, así que el gesto simplemente fue formidable. Ahora está en el fondo de una caja y, en un tiempo, si me acuerdo de llevarlo conmigo, espero termine en el fondo del Sena. Mi dedo anular izquierdo está calato, esperando por otro menos desafortunado.


Del amor y otros demonios
Con qué cara me habría visto mi hermano ver un ejemplar de mi libro favorito desperdiciado en un rincón de Quilca. Yo no tenía dinero, él sí, además de la intención de darme algo que de todas maneras sabía iba a alegrarme sobremanera. En Navidad del 2002 abrí un regalo que me ha servido todos los meses de septiembre desde entonces.
La última escena que he rescatado este último: Él la dejó desahogarse. Luego le levantó la cara y le dijo: “No más lágrimas”. Y enlazó con Garcilaso: “Bastan las que por vos tengo lloradas”.

Catálogo de gatos
No me gustan los mininos, pero me dicen gato. Muy pocas personas en mi actual entorno lo saben y ninguna me llama así. Cuando la última chica con la que estuve (que honestamente no sé si llamar ex) regresó de viaje de Argentina trajo con ella una especie de libro lleno de dibujos de michis variados. Fue el comienzo de mi cariño extra amical por ella y el inicio, seguramente, del fin de nuestra relación. Hubiera sido un buen recuerdo, pero, como por algo pasan las cosas, unos días antes de que me mandara a rodar se lo regresé. En la última página había un espacio en blanco que yo esperaba ella llenara con su arte: un gatito propio que ella podría dibujar inspirada en mí. Awwwwwn

La escultura del amigo y su burro
No sabía lo especial que era hasta que se apareció frente a mí con una caja que en su interior contenía una artesanía. Fue (es) mi tesoro. Con todo me enseñó que hay de todo en esta vida y que, precisamente por eso, hay que saber agarrarle el gusto a las cosas.

El presente - Julieta Venegas (ayyyyn)

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Lo cotidiano

Me resulta paradójico pensar que hace un año me moría de ganas por sentir algún tipo de reacción en mi corazón respecto a otra persona, esperando que sus latidos anunciaran el final de mi -supuesto- periodo de duelo. No sentía nada. Era frío. Me la pasaba yendo y viniendo sin hacer planes o saliendo con la mayor cantidad de personas posibles. Es paradójico, repito, porque curiosamente hace un año una chica me dijo que me quería y, creyendo que valía la pena, lamenté hondo no poder estar con ella en ese momento.
Durante algunos meses salimos como amigos, aunque en el fondo me moría de ganas por corresponderle. Era dulce, como caramelo de fresa, y detallista, porque cuando una persona está interesada en otra ve lo importante de prestarle atención a cada uno de sus gestos. Al tiempo, luego de reencontrarme con algo de la calidez extraviada, me vi queriéndole comprar un regalo por Navidad o pensando que sería genial salir con ella a ver tal película o contarle lo bien que la pasé el fin de semana con mi familia... y esas ideas, en general, se mezclaron y formaron una nueva: me gusta. Entonces, mi corazón volvió a latir fuerte y sin dudas.
Estuvimos. Ella me decía que me quería y que era un tipo como ninguno que había conocido antes. Yo le agradecí por haberme tomado en cuenta, por recibir todo aquél cariño que había mantenido guardado. Y un día... sí, un día antes de cumplir un mes me dijo: "Tenemos que hablar". Honestamente no lo tomé a mal, al contrario. Ella tenía problemas en su casa y en su trabajo, yo era su enamorado, así que parte de mi deber era escucharla... 24 horas antes me había pedido no dejarla y abrazarla. Justo, justo... habíamos tenido varios momentos de cotidianidad que seguro son una cojudez, pero que para mí significaron confianza, como el hecho de entrar a su cocina y ayudarle a servirse su comida o el saber exactamente qué tipo de rutinas tenía, entender sus muecas, oírla repetir mis frases, conocer dónde le gustaba ser besada... por eso mismo, aquella noche previa al "tenemos que hablar", tras dejar su hogar creí estar volando en el cielo convencido de que la quería y me había sacado la lotería con ella, que valía la pena.
"Tengo mucho trabajo y nada de tiempo para tener alguna relación", me explicó. Y yo, loquísimo, instalé mis muros de protección y le increpé: "¿Por qué los detalles? ¿por qué perseguir algo y luego desecharlo como si no te importara nada?". Su nula capacidad para explicarse me tuvo comiéndome las uñas por dos semanas y, al volverla a buscar para asesinar mis interrogantes, me pidió disculpas (¡al fin!) y se excusó con algo más complejo: "Tengo demasiados problemas en este momento". Bueno. Quedamos como amigos y yo feliz... sin embargo (sí, ¡hay un sin embargo!), a los días me escribió un correo cuestionando mi forma de ser y asegurando que al final me había querido siempre como un pata. No sabía lo que quería, eso fue lo único claro.    
Un año entero nos costó tenernos confianza y todo se destruyó rápidamente. Si hubiera sido sincera con ella misma y conmigo, seguramente hasta este momento tendríamos, al menos, una relación amical. Eso fue lo que más me dolió perder, pues el orgullo ya lo tenía hecho añicos y creo que bien puede romperse ante alguien que merezca el intento. Pienso que no he vuelto a pasar por una situación parecida porque mis defensas se han vuelto más rigurosas. En el camino me llegó a gustar una chica y, ya sé, ya sé, ya lo expliqué antes, ahora mismo me gusta otra de la que no tengo ni idea si le importo algo (yo apuesto a que nada). Con todo esto, me he dado cuenta que estoy aburrido de empezar relaciones que se cortan, que es fastidioso hablar sobre uno y luego conocer y conocer a la otra persona, y luego, porque no funciona, verla partir como si no hubiera existido. Jode, pero así es la vida. A mi me engancha vivir situaciones cotidianas con alguien, compartir momentos simples, pero llegar a pasar eso con alguien toma tiempo... tiempo... tiempo... Así que me resulta paradójico pensar que hace un año me moría de ganas por sentir algún tipo de reacción en mi corazón respecto a otra persona y ahora que las tengo quiera volver a la congeladora, gozonear como antaño, pero bueno, al fin y al cabo, todo paso lleva a algún lugar y toda decisión implica un riesgo, como jugar con fuego o enamorarse de alguien que está cerca o lejos... aunque uno no desee que algo así ocurra, simplemente sucede.

Tu eres como el fuego - Morodo

lunes, 19 de septiembre de 2011

Cigarrillos, cigarrillos

Cuando estaba en la universidad era tan poco común verme fumando un cigarrillo que cuando alguno de mis amigos me notaba con un pucho en la mano me decía de inmediato: "¿Qué es lo que te pasa?" Y sí, tenía razón: algo me pasaba... algo me tenía ansioso.
Yo aprendí a fumar a los 14 años de puro curioso. Sentía que era algo tan malo que el solo hecho de entrar a comprar algunos con el barajo de "son para mi papá" me crispaba los nervios. Desde luego que el bodeguero me creía porque me conocía desde siempre, pero mientras me entregaba los Hamilton que le pedía sentía que podría llegar a ver la mentira en mi cara... Me metía luego a mi cuarto, apagaba la luz, encendía una vela y ponía música... Páez, Charly, Sanz (mucho Sanz por entonces) y un día, cantando, me di cuenta que por primera vez había conseguido golpear, y me alegré... y al poco tiempo, ya con 15, con mis amigos del colegio, igual de monos y mucho más entrados en el arte de las copas, conseguí plantearme el acto como la cosa más natural del mundo... me parecía fantástico, me relajaba y hasta me hacía sentir confiado, seguro de las cosas que hacía o decía. Entonces dejé los Hamilton y empecé a fumar Marlboro porque tenían más caché. Entonces, descubrí que mi hoy cuentista favorito de todos los tiempos tenía un texto llamado Solo para fumadores, a través del cual trata de dar una "teoría filosófica y absurda" sobre el por qué de dicho hábito:
  
"Me dije que, según Empédocles, los cuatro elementos primordiales de la naturaleza eran el aire, el agua, la tierra y el fuego. Todos ellos están vinculados al origen de la vida y a la supervivencia de nuestra especie. Con el aire estamos permanentemente en contacto, pues lo respiramos, lo expelemos, lo acondicionamos. Con el agua también, pues la bebemos, nos lavamos con ella, la gozamos en ejercicios natatorios o submarinos. Con la tierra igualmente, pues caminamos sobre ella, la cultivamos, la modelamos con nuestras manos. Pero con el fuego no podemos tener relación directa. El fuego es el único de los cuatro elementos empedoclianos que nos arredra, pues su cercanía o su contacto nos hace daño. La sola manera de vincularnos con él es gracias a un mediador. Y este mediador es el cigarrillo. El cigarrillo nos permite comunicarnos con el fuego sin ser consumidos por él. El fuego está en un extremo del cigarrillo y nosotros en el opuesto. Y la prueba de que este contacto es estrecho reside en que el cigarrillo arde, pero es nuestra boca la que expele el humo. Gracias a este invento completamos nuestra necesidad ancestral de religarnos con los cuatro elementos originales de la vida..." (Ribeyro, 1994)

Poco tiempo después, mis nervios por todo, que ya me habían pasado factura durante mi adolescencia, me llevaron a desarrollar una gastritis terrible, así que, tras la endoscopia de rigor y las advertencias del médico de no consumir nada que pudiera irritar aún más al peor de mis enemigos en el interior de mi cuerpo, decidí dejar el cigarro (y el alcohol, de paso). Fue sencillo, simplemente me dije nunca más y fin... Ya en la universidad, como lo expliqué al inicio del post, solo me limitaba a fumar cuando mi corazón andaba herido o sentía que tenía demasiadas cosas encima, así que para todos los que me rodeaban -y no conocían los antecedentes- ver salir humo de mi boca era rarísimo.

En El Comercio, la cercanía con gente que fumaba (entre ellos mi estimadísimo amigo Ángel Hugo) me hizo fumar un poco más que de costumbre, digamos, del cigarro trimestral al bimensual (y eso, ah), algo que he venido haciendo hasta hace poco, generalmente solo cuando veo una buena película en el cine y quiero salir de la sala lateando, bajo el frío, conversando de lo buena o mala que estuvo la cinta... fuera de eso, apenas cuando me provocaba (de repente, cuando veía a alguien con algún pucho), que era casi nunca. Incluso mientras tomo, que ahora es bastante (bueno, tampoco tanto), prefiero no fumar, porque descubrí que mi gastritis me aguanta el alcohol, pero no el alcohol mezclado con nicotina.
¿Por qué decidí escribir sobre esto? Pues 1) para variar por catarsis, y 2) porque en los últimos dos días he fumado más que en los pasados tres meses. Hace dos horas prendí un cigarrillo y, paradójicamente, me está provocando encender otro y caminar, caminar como loco. Tengo que admitir que me encuentro impaciente y algo perturbado por motivos antes contados y otros más caletas... y bueno 3) no necesariamente porque tenga ánimos de jugar con fuego, sino porque, a veces, es mejor dejarse llevar por ciertos impulsos y, francamente, me dieron ganas, ¿suficiente excusa? ¿no?

PD: No fumen, hace daño.

El cigarrillo - Eva Ayllón

jueves, 15 de septiembre de 2011

Luna, Luna

Brilla un poco, un poquito... está ahí, como el año pasado, como en el 98, como hace 100 años, como hace un millón... hoy es hoy, con todas sus horas... otro día para sorprenderse y tomar decisiones... otro día para avanzar y creer en un mañana aún más radiante.

Stairway to heaven - Led Zeppelin (desde luego)

 

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Importar

"La quiero", pensé. El terror se apoderó de mí a partir de esa certeza. "La quiero y tengo que distanciarme. DEBO hacerlo, por mi bien, por mi salud mental". Y lo hice.
Dos cariños anteriores habían terminado con mi paciencia. Dos relaciones muertas a partir de la liberación de mis sentimientos en las que la amistad, mi primer temor a perder, había quedado en el olvido. La primera, porque me trató como un can cuando le dije "te adoro". La segunda, porque simplemente le dio igual. Me dolió entonces, mucho más a mí que a ellas, la distancia, el entender que nos habíamos perdido de retener la confianza, más allá de cualquier otra cosa... yo intenté salvarlo todo, pero a la larga me estrellé contra paredes formidables, solo para darme cuenta al final que la gente no le da el mismo valor a los momentos que uno pasa con otros y que cualquiera se puede desprender de cualquiera con facilidad.
"La quiero", pensé. Aterrado me escapé de ella por unos días. Al tercero me buscó e hizo algo que nunca, jamás, alguien que me gustara había hecho hasta ese instante por mí: me increpó, me exigió volver a buscarla porque yo era demasiado importante para ella como para perderme de cualquier forma. Unas semanas más tarde, esa chica se convirtió en mi enamorada. Hoy, de esa chica no queda rastro alguno. Es un fantasma.
Cuento todo esto porque justamente hoy, después de meses de optimismo, me sentí mal porque me di cuenta que había caído en el mismo círculo intentando perseguir el rastro de algunas personas que no valoran lo que otros puedan hacer por ellas. Creo yo que cuando se tiene una relación con alguien es vital demostrarle importancia, retribuirle de alguna forma la confianza... no solo buscarle cuando se le necesita, sino, por ejemplo, cuando uno cree que ese alguien NOS necesita.
Me gusta una chica, ¿vale? Es linda y buena gente, ¿vale? Durante las últimas semanas he tratado de ser detalloso y de demostrarle que me interesa, como amiga (en principio, porque eso es lo que yo privilegio), pero me duele, me jode, darme cuenta que si yo no muevo un dedo para ponerme en contacto con ella no tendríamos una conversación en milenios. Me duele, me jode, que cuando estamos juntos nos llevemos bien, nos matemos de risa y que parezca que nos comprendernos, pero... ¿en qué momento me va a demostrar que yo le intereso lo suficiente como para ponerse ella en contacto conmigo? Debo suponer que le vale un centavo, que tiene otras cosas más importantes... que solo me termina haciendo caso por pura amabilidad... bueno, felizmente aún no he llegado a pensar "la quiero", pero la sensación de desear escapar de antaño volvió, pues, como ya lo he escrito antes, ya no estoy como para jouer au chat et à la souris, ¿vale? Así que a otra cosa mariposa. Para perder mi tiempo y mi papel, mejor en algo que me demuestre que valga la pena, aunque claro, admito, me da rabia, raaabia, pensar que solo una mujer ha podido tener una respuesta tan asertiva conmigo y que, lamentablemente, esa chica ni siquiera exista porque la vida la borró del mapa y a su reflejo lo volvió tan ingrato como a la mayoría de la gente que conozco.

PD: Felizmente están los amigos.

Tracción a sangre - Gustavo Cerati

viernes, 9 de septiembre de 2011

Ojos radiantes

Anoche fue la despedida de una amiga fotógrafa. En una semana se irá a Buenos Aires persiguiendo una ilusión que, Dios mediante, tranquilamente podría convertirse en un hecho tangible, digno de ser gritado a los cuatro vientos. Mientras conversaba, sonreía, y mientras contemplaba su sonrisa -aseguro- se podía ver un brillo particular en su mirada, el brillo que tienen las personas que son felices haciendo lo que están haciendo, ya sea algo que genere un riesgo o no... Hace unos días, una de mis más entrañables amigas llegó con toda su frescura a Lima después de años de distancia, y verla fue... ¡wau! su rostro, sus gestos... era como regresar en el tiempo y comprobar que los años no nos destrozaron nuestras respectivas esencias. Debo admitir que me dio pena no poder hablar con ella laaaaargo y tendido como tenía en mente, porque solo estuvo por estas tierras una semana y tenía que pasarla con su familia y atender a tooooda la gente que también la estima... pero mientras la escuchaba hablar, a veces en inglés para ella y su esposo, contando sus experiencias y anécdotas, veía en sus ojos la misma luz que emanaban los de la chica que partirá a Argentina. Pensaba entonces: "Qué alegría, es feliz", y recorría a vista su casa: sus muebles, los cuadros, el equipo con el que alguna vez me despertó a punta de canciones de Silvio Rodríguez... todo era nostalgia y la sensación de estar presenciando un hecho fantástico totalmente atemporal: la alegría constante de alguien a quien quiero horrores.

Te conozco - Silvio Rodríguez

 

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Pequeños grandes placeres

Hoy en la Alianza Francesa nos hicieron reflexionar sobre le plaisir et le bonheur, es decir, sobre el placer y la felicidad... bueno, para mí lo segundo es un estado pasajero que se disfruta sin saberlo, algo así como dice Pessoa, en tanto, lo primero es más consciente, digamos que es algo que podemos provocar, como saborear un dulce (¿un chocolate?), o que se nos puede presentar, algunos tipos con más frecuencia que otros, como... bueno, aquí mi lista:

Llegar a mi casa después de un largo día de chamba y estudio y ver a mi perro Chilcano acercarse pidiéndome una caricia... Mirar la Luna recostado sobre el pasto mientras escucho música... Una conversación profunda con alguien a quien estime... Gritar un gol del Sporting Cristal... Gritar un gol del Sporting Cristal contra la U (+1)... Gritar un gol de la selección... Tomar pisco rodeado de buenos amigos... Ver a mi viejita regalarle una sonrisa a mi papá... Bailar... Bailar con alguien que me guste (+1)... Reencontrarme con alguien invaluable... Reencontrarme con alguien invaluable y que me haga sentir invaluable (+1)... Ver la alegría de alguien al recibirme un dulce... Estar en un concierto... Sentir frío y poder meterme en ese instante a mi cama... Bañarme con agua caliente... Jugar cualquier cosa con Sebastian, mi hermano menor... Oír la voz de mi hermana que me habla desde Inglaterra... Discutir con mi hermano Martín sobre la vida... Oler rico... Ver una buena película... Caminar fumando un cigarrillo luego de ver una buena película en el cine... Caminar con la lluvia limpiándome el alma... Caminar bajo la lluvia comiendo un helado... Terminar de escribir un artículo... Comer picando un cebiche con todos los Grimaldo... Jugar al póquer con mis primos y mi bro... Desparramarme en la playa con el sol quemándome la cara... Leer un capítulo nuevo de One piece... Que me digan "qué bien te quedó el trago" (XD)... Gozonear... Ir al básico diciendo "bssco bssco bssco" (no pregunten)... Despertar al lado de alguien a quien adore... Cantar en la soledad de mi cuarto oscuro... Cantar Don't stop me now... Besar... Ponerme un saco... Jugar con mi psp... Saber que me estimas y te importo tanto que leíste hasta la última línea de este post (;)

Como ven, al menos yo, tengo un montón de motivos para sentirme a gusto... seguro Uds. también, ¿no? Felicidades y mucho placer.

Más de cien mentiras - Joaquín Sabina

lunes, 5 de septiembre de 2011

Viceversa

Para variar...

Viceversa - Mario Benedetti

Tengo miedo de verte
necesidad de verte
esperanza de verte
desazones de verte

tengo ganas de hallarte
preocupación de hallarte
certidumbre de hallarte
pobres dudas de hallarte

tengo urgencia de oírte
alegría de oírte
buena suerte de oírte
y temores de oírte

o sea
resumiendo
estoy jodido
y radiante
quizá más lo primero
que lo segundo
y también
viceversa.

Hello goodbye - The Beatles