lunes, 15 de noviembre de 2010

Líneas cruzadas

La suerte no existe. Lo que existen son dos líneas no paralelas que en algún momento se cruzan. Así me explicó alguna vez un profesor en qué consistía la fortuna. Joven. Creía, como hoy, que las cosas pasan por algo, y que no importaba si era suerte, dos líneas no paralelas, destino o Dios lo que te dirigía a momentos gratos (o ingratos), sino la propia experiencia de pasar por ellos.
Dios ha de ser, ¿cómo dudarlo? Una vez, hace poco más de 12 años, caminaba por las calles de Los Olivos con la moral por el suelo: nos gritaron a mis compañeros y a mí porque no habíamos tenido una buena performance practicando la danza que presentaríamos en el concurso de baile que año a año organiza mi colegio, El Buen Pastor (mejor conocido como BUP). El evento era al día siguiente, así que mi profesor nos puteó duro y parejo, y nosotros, resignados, apenas y pudimos darle crédito a nuestra propia falta de nivel.
Era importante para mí. Iba a ser la primera vez que participaba en una actividad parecida, así que lo que pasó me bajó la moral sobremanera. Caminé. Ya era de noche. Caminé. Empezó a llover. Caminé y miré hacia el cielo, llorando, diciendo en voz alta que era un idiota y que “por favor, si estás allí permíteme verla, solo un instante, porque es la única cosa que en este momento podría devolverme el ánimo y la confianza”. Como si las dos líneas se cruzaran apenas una milésima de segundo después de soltar al viento mis palabras, escuché que alguien me llamaba. Era ella, la chica de ojos verdes, espléndida.

-¿Cómo estás?
-Ahora estoy bien.
-¿Qué pasó?
-Bueno, el profe nos llamó la atención porque no hicimos una buena práctica sobre el escenario en el que vamos a bailar mañana.
-Anímate. Seguro les va a ir bien.

Después de unos minutos más de conversa, abandoné la escena como si fuera Don Lockwood. La jornada siguiente la hicimos tan bien que disputamos las finales del concurso. Nunca me olvido de lo que pasó entonces porque, a pesar que el de arriba me ha dado muchos más motivos para creer en él, aquella suerte instantánea me la procuró viéndome con el corazón en la mano. Supongo que cuando la solicitud proviene de ahí no hay razón para dudar de que lo que se pide no va a ocurrir.

God only knows - The Beach Boys

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